El 2020 ha sido un año dificil, de dolor, soledad, aislamiento.

La pandemia de Covid-19 ha ingresado con prepotencia en nuestras casas, ha soflado sobre las cartas de nuestras vidas y las ha mezclado sin preaviso, mochas pequeñas certezas cayeron, y otros nuevos horizontes inesperadamente se han abierto.

El mundo artístico y cultural, demasiadas veces olvidado en su capacidad de lectura de los procesos de cambio, busca hoy una clave de interpretación de un nuovo mundo y una nueva sociedad, proponiendo reflexiones e interrogantes a nuestra ambigua cotidianidad.

Durante meses de aislamiento forzoso, hombres y mujeres de todo el mundo se han dedicado a pensar y soñar, buscando desesperadamente los hilos del proprio presente y futuro y de la propia humanidad para aferarse con tenacia.
 

De estos meses de miedos y esperanzas, en la solida fragilidad de una casa en los Andes bolivianas, nacen estos cuentos, en la imaginación de aquel mundo que, afuera de la puerta de casa, esconde contrastes y absurdidades que nos llevan a profundizar la esencia misma de la humanidad.

Frente a un mundo hoy tan complejo nos descubrimos niños crecidos rapidamente y jovenes soñadores miedosos, con la mente llena de preguntas y temores.

Y hoy, niños grandes y pequeños del 2020, nos vemos observar el futuro, para construirlo distinto, talvez mejor.

Espero que estos pequeños cuentos puedan ser un ladrillo, estimulando la capacidad de niños, jovenes, adolescentes y grandes niños de renovarse, y talvez mejorarse un poco.